lunes, 6 de junio de 2011

Capítulo 2

15 de Junio. Doce de la noche.

    -¡Adiós, Lucía! ¡Adiós, Fernan!
Lucía resopla. No tenía que haber ido a aquella fiesta.
-Venga, Luci, no me digas que no te lo has pasado bien.
-Sabes que no. Desde que hemos llegado no has parado de hablar con gente que ni conocía. ¡No vuelvo ha venir contigo de fiesta!-reprocha a su hermano.
-Anda, tontis, ¡si sabes muy bien que no te puedes enfadar conmigo!
-Después de esto… ¿Lo comprobamos?
La joven pone su cara más arrugada y el gesto enfadado.
-Bueno. Súbete al coche y vámonos a casa-dice Fernando con alegría.
El recorrido hasta Madrid se hizo corto, no había casi tráfico. La M-30 solía estar más concurrida pero esa noche no pasaba nadie. Fernando conducía lentamente. Sabía que ir lento ponía nerviosa a Lucía.
-Podrías subir la velocidad, parece que vamos a paso de tortuga.
Fernando suelta una sonora carcajada. Mira a su hermana. ¡Vaya noche! Había demostrado ser paciente. Desde luego, no le había hecho mucho caso pero de algún modo se lo compensaría.
-Has estado un poco marginada me parece a mi-Fernando se ríe con todas sus fuerzas.
Lucía se hunde en el asiento y da la espalda a Fernando. No quiere recordar aquella noche. A las diez la mandaron un mensaje diciendo “Esta noche no te vas a salvar” No sabía lo que quería decir.
-¿Enfadada? Venga Luci, mañana nos vamos al cine, te invito.
-Es… Estoy preocupada.
Lucía cambia de expresión, está mirando fijamente al retrovisor. Fernando también mira para saber porqué su hermana tiene la cara desencajada. Un Audi A3 conduce rápidamente detrás de ellos y cuando llega a su altura va frenando lentamente. El conductor, con un pasamontañas cubriéndole la cara se va acercando poco a poco con el coche.
La expresión de Lucía es de pánico. Auténtico pánico.
    
     El coche les empuja pero Fernando puede controlar el coche antes de que se vaya fuera de la carretera. Lucía empieza a llorar. Ese era su mensaje. ¿Qué quería el chico del Audi? No lo entiende. Mira a su hermano e intenta adivinar que estará pensando. Le ve en ese momento y piensa lo maduro que es para su edad. Gira la mirada. El Audi se ha acercado del todo. Cierra los ojos y se deja llevar.

lunes, 30 de mayo de 2011

Capítulo 1.

21 de Octubre. Ocho de la tarde.

    En la nueva cadena de televisión habían pronosticado lluvia. No se equivocaban.
Las miles de gotas de agua caían fuertemente sobre el suelo. Sobre todo lo que alcanzaban.
Tres chicas corrían resguardándose del agua bajo los abrigos, que en parte, hacían de improvisados paraguas. Ríen. Finalmente, llegan a un portal. Una de ellas saca las llaves de su bolsillo derecho. Abre la puerta e invita a sus amigas a entrar. Ya está. Todas están a salvo.
La mayor de las amigas respira fuertemente, agotada por la carrera. Posa sus manos sobre las rodillas y echa el cuerpo levemente hacía adelante.
-Si nos viera…-respira-… el profe de educación física correr así…, sin ninguna duda, ¡nos pondría un diez!
-No lo dudes.
Ríen.
-¿A quién le apetece una peli después de este carrerón?- pregunta la chica de pelo largo y negro.


    Cuando el ascensor marca el número cuatro, las puertas se abren. Se han metido un buen susto. Cristian observa a las tres chicas que salen corriendo, entre bromas.
¿Quién si no podría haber dado semejante golpe?
Su hermana y sus dos mejores amigas aparecen delante de él.
-¡Anda! Hola, Cristian. ¡No te habíamos visto!
-Hasta luego, chicas.
Cristian cierra la puerta del ascensor. Pulsa la tecla cero. Maldice.
Su hermana tendría que haber llegado como mínimo a las diez. Él estaba castigado, sin salir. Y sin duda, Lucía, su hermana, le diría a sus padres que él había salido.
-Anda que nos saluda tu hermano- exclama Luna.
-¡Eso, eso!- grita la otra amiga.
-Es así de tonto.
-Sera tonto, ¡pero no está nada mal!
Lucía le da una sonora colleja a Luna y esta le saca la lengua a su amiga y la da un cariñoso abrazo.
-Lo siento pero, ¡no sería tu cuñada por nada del mundo!
Lucía la fulmina con la mirada.
-Entonces, ¿tiene novia tu querido y defendido hermano?- interviene Rocío, la misma que minutos antes casi se desmayaba en el portal debido a la carrera.
Otra colleja para Rocío.
-No creo, nunca se ha comido ni una rosca.
-Sí, sí, seguro.
El trío entra en la casa. Entre tropezones y empujones.
-¿Sabéis que? Ahora veréis.
Lucía coge un cojín del sillón y se lo lanza a Luna. Estalla la batalla de cojines.

    Rocío las observa desde el otro lado del salón. Está feliz, feliz por Lucía. Ella consigue sonreír, la costó, pero al fin lo hizo. Ha sufrido mucho, quizá demasiado desde aquella noche de Junio.