lunes, 30 de mayo de 2011

Capítulo 1.

21 de Octubre. Ocho de la tarde.

    En la nueva cadena de televisión habían pronosticado lluvia. No se equivocaban.
Las miles de gotas de agua caían fuertemente sobre el suelo. Sobre todo lo que alcanzaban.
Tres chicas corrían resguardándose del agua bajo los abrigos, que en parte, hacían de improvisados paraguas. Ríen. Finalmente, llegan a un portal. Una de ellas saca las llaves de su bolsillo derecho. Abre la puerta e invita a sus amigas a entrar. Ya está. Todas están a salvo.
La mayor de las amigas respira fuertemente, agotada por la carrera. Posa sus manos sobre las rodillas y echa el cuerpo levemente hacía adelante.
-Si nos viera…-respira-… el profe de educación física correr así…, sin ninguna duda, ¡nos pondría un diez!
-No lo dudes.
Ríen.
-¿A quién le apetece una peli después de este carrerón?- pregunta la chica de pelo largo y negro.


    Cuando el ascensor marca el número cuatro, las puertas se abren. Se han metido un buen susto. Cristian observa a las tres chicas que salen corriendo, entre bromas.
¿Quién si no podría haber dado semejante golpe?
Su hermana y sus dos mejores amigas aparecen delante de él.
-¡Anda! Hola, Cristian. ¡No te habíamos visto!
-Hasta luego, chicas.
Cristian cierra la puerta del ascensor. Pulsa la tecla cero. Maldice.
Su hermana tendría que haber llegado como mínimo a las diez. Él estaba castigado, sin salir. Y sin duda, Lucía, su hermana, le diría a sus padres que él había salido.
-Anda que nos saluda tu hermano- exclama Luna.
-¡Eso, eso!- grita la otra amiga.
-Es así de tonto.
-Sera tonto, ¡pero no está nada mal!
Lucía le da una sonora colleja a Luna y esta le saca la lengua a su amiga y la da un cariñoso abrazo.
-Lo siento pero, ¡no sería tu cuñada por nada del mundo!
Lucía la fulmina con la mirada.
-Entonces, ¿tiene novia tu querido y defendido hermano?- interviene Rocío, la misma que minutos antes casi se desmayaba en el portal debido a la carrera.
Otra colleja para Rocío.
-No creo, nunca se ha comido ni una rosca.
-Sí, sí, seguro.
El trío entra en la casa. Entre tropezones y empujones.
-¿Sabéis que? Ahora veréis.
Lucía coge un cojín del sillón y se lo lanza a Luna. Estalla la batalla de cojines.

    Rocío las observa desde el otro lado del salón. Está feliz, feliz por Lucía. Ella consigue sonreír, la costó, pero al fin lo hizo. Ha sufrido mucho, quizá demasiado desde aquella noche de Junio.

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